De niña tuve imsomnio; miles de preguntas existenciales me abordaban durante la noche y mi mente no paraba de funcionar, se aceleraba a la vez que mi corazón palpitaba sin descanso; y entonces temía a la muerte, al final de la vida. Y pensaba que llegaría el día en que no hubiera nada. Lloraba en silencio y a escondidas, no encontraba con quien expresar el tremendo caos de mi mente. Me preguntaba si la gente de mis sueños sería real, si ellos sabrían que son reales; me preguntaba sobre el que me soñaba a mi y en por qué y para qué lo hacía. Eran grandes pensamientos para una niña tan pequeña que durante las noches en vela distraía su mente buscando figuras en el gotelé de su cuarto. Figuras reconocibles con las que empezó a hablar. Y allí estaban todas las noches esperandola el delfín de dos colas, o el ciervo de cuernos gigantes con los que debatía sobre la existencialidad. Crecí viendo cosas de las que nadie hablaba y creí que mi mundo de imaginación y poesía era sólo mio y tenía que ser oculto para que nadie lo dañara, para que nadie entrara a perturbarlo o a cambiarlo.

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Con 14 años me apunte a un taller semanal en el que proyectaban películas y nos explicaban el principio de la cinematografía. Para mi fue fascinante, pensar que era posible crear un mundo, una historia desde cero y plasmarla en la pantalla. Así que, en ese momento, decidí ser directora de cine y dar sentido al loco engranje de mi mente. Desde ese momento, encaminé mi carrera en esa dirección y comencé ha hacer cursos de fotografía, guión, e hice mis primeros cortometrajes.

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En la adolescencia conocí a grandes amigos, grandes compañeros de viaje que como yo, veían el mundo desde otra perspectiva, y juntos, entonces, creamos nuestro espacio, juntando nuestros mundos en charlas interminables, borracheras sin fin y días enteros filosofando sobre la condición humana sustentados por diferentes sustancias que nos daban paz, unión y comprensión más alla de lo que nos contaron de niños. Pero crecimos, y todo alrededor exigía demasiado - exigía un compromiso con el resto de nuestras vidas. Compromiso del que no sabiamos nada, pues solo estabamos agusto en el refugio de nuestro ser. Entonces la vida nos separó, para hacernos grandes y fuertes y para recordarnos que eramos importantes aquí en la Tierra, que teniamos que despertar y recordar el porque estabamos aquí.

 

Y así cambie Madrid por Malta, y llegue a esa isla mágica que me cautivo desde el principio para recoger los pedazos de mi ser que quedaron esparcidos en el caminar de mi existencia, y volverlos a unir, con el fin de seguir mi andadura de una manera mas coherente, con un proposito definido. Y recuperando cachitos me encontre a otra alma rota, y un ser nos llamó desde el cielo ofreciendonos su ayuda. Y así, mi hijo vino al mundo. Con eterno amor y alegría. Pero aun había mucho que aprender, el camino no hacía mas que empezar. Padre, madre e hijo nos instalamos en una casa gigante, con más de 400 años de antigüedad, un pequeño castillo perfecto para vivir un hermoso cuento de hadas, todo fluía así, en paz, armonía y felicidad: por fin mi ser se jactaba de la existencia sin preocuparse de los viejos temores con los que creció. Pero en esa hermosa casa nos esperaban viejos fantasmas, demonios, seres de otros planos que querían de nuestra energía para volver a la vida, y yo no entendía nada, pero el Padre enfermó, y yo tuve que huir antes de ser atrapada con la esperanza de que mi hijo estuviera a salvo. Unos meses pasaron alejados de aquel lugar, intentando recuperar una normalidad que núnca lo fue, y entonces la terrible noticia llegó: AUTISMO.  Esta terrible palabra que cambió mi vida para siempre, y de la noche a la mañana tuve que volver a mi ciudad natal, en la que núnca quise estar y enfrentarme de nuevo a mis miedos infantiles y al juego permanente del escondite.

 

Mi hijo, gran sabio, traía un plan mayor; un plan que juntos escribimos desde las estrellas hace mucho, un plan del que poco a poco voy uniendo las piezas cómo en un gran juego de amor e intriga, justo como las películas que me encantan.

 

Así que, su enfermedad, llamada Autismo despertó en mi una lucha incansable en busca de la verdad . Alrededor mio, -Todo era normal.-La enfermedad es así, no sabemos porque viene, y es para siempre. Aceptaló.-Me decían y recibía un par de palmaditas en la espalda y una leve mirada de reojo entre sobriedad y pena que se acababa fijando en el suelo abriendo un abismo a mis pies.

-No, no y no, -¡Esto no puede ser así! era lo único que me repetía una y otra vez. Entonces decidí que la vida tenía que tener un sentido, el sentido que jamas antes pude encontrar. Y me juré que encontraría la manera de traer a mi hijo de vuelta, que lo imposible, despues de todo ,no era para mi y que si nunca le hice caso a nadie desde luego no era el mejor momento para empezar. Así que mire cara a cara la abismo, que empujaba fuerte ,queriendo absorberme ,enterrandome en la profundidad del vacío, y hable con el y le dije- NO, ahora No, y mire al cielo y reze al Dios invisible al que olvidé antes de entrar en mi cuerpo, y le pedí una oportunidad más, le dije - Ya tienes lo que querías, ya vuelvo a mirar al cielo en busca de respuestas más grandes que yo, pues creo entonces que todo esto ha de tener una razón, y esta ha de ser mayor que yo, estoy a tu disposición, guíame en el camino que cerrara el abismo a mis pies para volver a caminar con seguridad y confianza sobre esta Tierra a la elegí venir.

 

Y comencé a investigar, y las respuestas llegaron a mí, como una película de intriga, un complejo entramado oculto emergía alrededor mío. Grababa y ordenaba lo encontrado e iba cobrando el sentido que ningún médico pudo darme. Y en mi andadura comence con terapias de las que núnca oí hablar y a través de ellas mi hijo me enseñaba que eramos mucho más de lo que nos habían contado. Así empecé a estudiar y formarme; empece a sentir energía en las manos y ha hacer cursos de sanación, estudié sobre los chakras, naturopatía y leí todo lo que llego a mis manos, que me abría las puertas a otra visión de la relidad. Una visión lógica, que daba respuestas a las múltiples preguntas que me abordaban en mis noches de imsonio. Y los Registros Akáshicos llegaron a mí, el gran libro de mi alma, con el que pude conectar con mi ser más alla de este plano y comprender por fin el proposito que siempre ansié encontrar, y recordé otras vidas y dejé de ser sólo María para SER. Y encontre la paz. Y mi alma se encontró a si misma, despues de muchas, muchas vidas, dando vueltas en una rueda sin fin. Y gracias a otros recordé. Recordé el plan, el proposito. Recordé que somos UNO, jugando a encontrarse; viviendo millones de roles para verse reflejado y conocerse. Para disfrutar de su propio YO, para gozarse a si mismo. En este mar infinito de probabilidades aquí me encuentro yo, y mi hijo y nuestra historia recordando a otros el juego de la existencia. Te invito pues a mi espacio, que es tuyo también.

A re-conocerte, a re-cordarte y a  re-escribirte.

 

Si quieres saber más sobre el autismo visita mi página o mi canal de youtube.

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Gracias.

 

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